martes, 9 de junio de 2015

La Vida

Cuando hablamos del significado, tenemos que tener en cuenta que no es una propiedad intrínseca de ningún objeto, sino que somos los seres humanos los que le damos significado a las cosas. El filósofo moderno Thomas Nagel escribió que el ser humano es capaz de mirar la vida desde dentro y también desde fuera y precisamente el hecho de que podamos adoptar un punto de vista objetivo es lo que hace que la vida pueda parecer absurda. Explica Nagel que, desde un punto de vista subjetivo, están presentes las condiciones que hacen que la vida tenga sentido (la felicidad y la desgracia, el logro y el fracaso, el amor y la soledad). Es decir, no se puede encontrar un significado objetivo a aquello que es un experiencia subjetiva.

A veces, esta pregunta acerca del significado de la vida, nos lleva directamente a otra: ¿hacia dónde nos dirigimos en nuestra vida, cuál es nuestro propósito o meta en la vida? Al hacer esta pregunta dejamos de ver nuestra vida como una sucesión de hechos aislados para verla desde una perspectiva más amplia e integradora. No nos centramos sólo en el momento actual, el hoy y el ahora, y el dolor que podemos estar sintiendo en este momento, sino que tenemos presenta también nuestro pasado y nuestro futuro, observando el momento actual como un eslabón de una larga cadena o camino que nos está llevando a alguna parte y cuyo significado es más visible al observar la vida en su conjunto, como cuando miramos al pasado recordando la experiencia de una dura crisis y vemos que aquellos meses o años tan difíciles tuvieron sentido, nos llevaron a algún parte, nos empujaron a hacer cambios fundamentales, nos enseñaron algo que debíamos aprender o nos hicieron más fuertes, más sabios, más prudentes.

Pero, ¿por qué nos hacemos estas preguntas? A veces la causa es una especie de angustia existencial, una insatisfacción, un estado de depresión y tristeza, de falta de significado. En definitiva, el dolor es con frecuencia el que lleva a una persona a plantearse una pregunta como esta porque, de algún modo, intuye que, si encuentra la respuesta, encontrará también un poco de alivio y paz. Por este motivo, las preguntas filosóficas, incluso el simple hecho de buscar una respuesta, aún sin encontrarla, tiene un efecto terapéutico y saludable porque nos saca de la superficie (y al superficialidad) de esta sociedad para adentrarnos un poco más en nosotros mismos y nuestra sabiduría interior.

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